Por: Bruny Nieves
Muchas personas llegan hasta esta ciudad de la Columbia Británica para tomar un crucero a Alaska. Yo no iba de crucero, pero usé la excusa de visitar Vancouver para encontrarme con una gran amiga que sí lo haría. Así, tenía la oportunidad de conocer una ciudad que me intrigaba grandemente, pues ha quedado varias veces entre las primeras alrededor del mundo con mejor calidad de vida. Luego de explorarla por una semana, entiendo es una distinción más que merecida. En esta ciudad, enclavada entre montañas y el océano, se respiran ganas de vivir y si es al aire libre, ¡mejor! Vancouver ofrece múltiples opciones al viajero activo y amante de la naturaleza; la mezcla perfecta para mí, ya que viajaba con mi esposo suizo (donde los pasatiempos nacionales son el senderismo y admirar la naturaleza) y un niño de seis enérgicos años.

Los nueve Totems en Brockton Point son la atracción turística más visitada en Columbia Británica. Foto: Marco Dettling
Los totems del parque
Nuestros primeros días los pasamos en Stanley Park, el parque más grande del la ciudad (cuatrocientas hectáreas) y designado un lugar histórico nacional. Con veredas, playas, restaurantes, áreas de juego para niños y hasta un acuario, el parque es tan extenso que vale la pena dedicarle tiempo para explorarlo a cabalidad. Nosotros comenzamos por el Seawall (pared en el mar), el escénico malecón que bordea la Bahía Inglesa y se extiende por trece millas. Esta distancia es equivalente a medio maratón, por lo que mis hombres iban en bicicletas alquiladas y yo trotando.

Las figuras en piedras Inuksuit son tan relevantes, que sirvieron de inspiración para el logo de las olimpiadas de invierno celebradas en Vancouver en el 2010. Foto: Bruny Nieves.
Inuksuit
Paramos frecuentemente para merendar y poder apreciar las sorpresas que encontramos en el camino, como los coloridos totems en el centro de visitantes Brockton Point. Estos postes de cedro pintados y tallados en forma de animales son típicos de los aborígenes del noroeste de la costa pacífica, como los agrupados bajo el nombre Primeras Naciones que poblaron Vancouver. El trasfondo aborigen también inspira las figuras formadas con piedras conocidas como inuksuit que encontramos decorando secciones del parque. Según leímos, estas figuras significan tradicionalmente ‘alguien estuvo aquí’ o ‘vas por el camino correcto.’ Sirven varios propósitos como: marcar un lugar sagrado o la memoria de un ser querido, como también indicar rutas de migración o lugares de buena pesca. Como otros visitantes, nosotros aprovechamos para crear nuestras propias figuras y conmemorar nuestro paso por tan especial lugar.

Entre ballenas y Victoria
La montaña Whistler y los avistamientos de ballenas están entre las excursiones ‘obligadas.’ Nosotros escogimos las ballenas, pues varias personas nos dijeron que, como mi esposo era del país de los Alpes suizos, Whistler no sería tan impactante. Además, luego tratar dos veces de ver las ballenas en Puerto Rico sin éxito, ¡esto era prioridad en nuestra lista! Tal vez es el momento de confesar que la vida marina no es tan interesante para mi, como lo es para mi esposo e hijo, por lo que escogimos una opción democrática con algo para todos: avistamiento seguido con visita a la isla Victoria. Salimos temprano navegando las aguas protegidas del estrecho Haro y Juan de Fuca, donde las probabilidades de ver ballenas rondan el 95%. Si no se logra verlas, muchos operadores de excursiones ofrecen la oportunidad de repetir la visita ¡al día siguiente! Esta vez tuvimos suerte, y además de sus colas y los vigorosos chorros de agua que lanzan cuando salen a la superficie para respirar, divisamos pájaros, leones marinos y otras especies acuáticas.

Descendientes de la familia Buchart mantienen los fragantes y hermosos jardines que en el 2004 fueron reconocidos como un lugar histórico nacional. Foto: Marco Dettling
Cantera abandonada
Luego del espectáculo marino, nos detuvimos en Victoria. Esta isla combina el encanto del viejo mundo, reflejada en su arquitectura y jardines, con experiencias más modernas como una plaza llena de camiones de comida, donde almorzamos antes de comenzar nuestro recorrido por la isla. Un recorrido que nos llevó hasta los jardines Butchart, la inspiración de Jennie Butchart en su deseo de transformar una abandonada cantera de piedra caliza en 1904. Un lugar que sigue la tradición inglesa de preparar exorbitantes arreglos florales que cambian según la estación del año. Antes de irnos, a las cuatro de la tarde, hicimos una parada a la hora del té en el Fairmont Empress Hotel. Esta hospedería captura la elegancia y el grandeur de épocas pasadas con jardines y salones opulentamente decorados. ¡Espero no haberlos ofendido al pensar en ordenar un café!

Estas esculturas en terracotta de guerreros chinos siguen el modelo de las originales descubiertas en China. Foto: Marco Dettling
Múltiples influencias culturales en exhibición
Caminando por la ciudad de Vancouver nos encontramos en varias ocasiones con unas esculturas de guerreros chinos. Primero las creímos parte de una exhibición itinerante de arte (como las que hemos visto de pianos y vacas en calles de otras ciudades) pero luego las confirmamos como una representación más de su mezcla cultural. Además de la cultura aborigen, que es de las más evidente, han dejando una influencia palpable la china, japonesa, italiana e hindú .
Es fácil conocer un poco de estas culturas recorriendo los barrios donde se concentran pues quedan bastante cerca unos de otros: Chinatown, Little Italy, Little India, Klahowya Village y la calle Powell. Sus delicias gastronómicas se pueden degustar en restaurantes alrededor de la ciudad o en los coloridos kioscos de comida del Mercado Público de la isla Granville.

La estética japonesa es evidente en los jardines y áreas pasivas alrededor de la ciudad. Foto: Marco Dettling
Calidad de vida
La isla Granville, donde se llega en Aquabus, es un exitoso ejemplo de redesarrollo urbano. De ser un abandonado lote industrial, el área fue transformado en un dinámico oasis público. Además del Mercado, encuentras teatros, galerías, estudios de arte, restaurantes, tiendas con artículos hechos a mano y claro un área dedicado a los niños, que incluye un parque de agua. Otro ejemplo más de una ciudad donde la calidad de vida no se toma por sentado.
Prácticas de turismo consciente:
1. Aprender sobre la historia y cultura del lugar.
2. Reconocer la calidad de vida en otras ciudades.
3. Entender nuevas formas de reciclar espacios.
4. Promover actividades en la naturaleza.
Lugares de Interés:
Avistamiento de Ballenas / Prince of Wales
Blue Horizon HotelThe Buchan HotelCoast Coal Harbour Hotel