Te confieso que soy infiel. Me imagino quieres saber con quien, pero solo mencionaré algunos. Han sido tantos que necesitaría demasiado tiempo y espacio. Me parece que los detalles no son tan relevantes, solo el hecho de que yo sea lo suficientemente valiente para aceptar que coexisto en dos vidas. Antes debo aclararte que cada uno fue especial; lo admito, dejaron una huella y no creo que los pueda olvidar.
Primero fue Chejov, formamos Un escándalo. Con Maupassant estuve en La cama 29. Cómo olvidar a Quiroga y El almohadón de plumas. Tengo que reconocer que La noche boca arriba que pasé con Cortázar fue imborrable. Ni hablar de Hemingway, con él estuve literalmente en El jardín del edén, también Al otro lado del río y entre árboles. Recuerdo con delirio La belleza bruta de Francisco Font Acevedo. La experiencia con Kafka me transformó, algo así como La Metamorfosis. Todavía evoco El perfume de Patrick Süskind. Con García Márquez conocí El amor en los tiempos del cólera y lloré demasiado su partida. A Roald Dahl lo conocí tarde en mi vida, pero con él experimenté La subida al cielo.
¿Recuerdas aquella vez que me preguntaste en qué pensaba? Pues imaginaba la Felicidad con Katherine Mansfield. Mi infidelidad no se limita a los hombres, debes saberlo. Muchas mujeres también me seducen. Agatha Christie compartió El cuarto hombre conmigo. Ángeles Mastretta me hizo descubrir La emoción de las cosas. El regalo de Chimamanda Ngozi, La flor púrpura, nunca ha marchitado.
Siempre habrá alguien, entiéndelo. Los llevaré a mi cama y por las noches sus palabras me enamorarán. Puede que pierda el sueño por alguno y muchas veces notarás mi silencio. No trates de descifrar lo que pienso, solo debes saber que mi reflexión se debe al amante de turno; el que me espera al lado de la cama y quien me acaricia con sus palabras.
Pero no te preocupes amor, aunque mi pasión por otros sea tan notable, a ti es a quien único amo de verdad. A ellos nunca los dejaré, pero me quedaré contigo…